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Enfermedad de Glässer: Control: prevención y tratamiento

Debemos asegurarnos de que los animales tengan anticuerpos protectivos contra H. parasuis

Haemophilus parasuis está presente en prácticamente todas las granjas comerciales como colonizador del tracto respiratorio superior de los cerdos. Además, las cepas virulentas de H. parasuis pueden producir procesos patológicos, como la enfermedad de Glässer; aunque es difícil conocer el impacto real de esta enfermedad, ya que en muchos casos el proceso no llega a diagnosticarse completamente. En encuestas recientes realizadas en los Estados Unidos, es considerada la segunda enfermedad más importante en transición y con un impacto creciente en cebo.

El control de la enfermedad debe incluir medidas preventivas básicas de manejo, como el control adecuado de la temperatura de las naves, realizar un todo dentro-todo fuera total con higiene y desinfección adecuadas y evitar mezclas de animales de distintos orígenes sanitarios. Otras herramientas disponibles para el control de la enfermedad de Glässer son la terapia con antimicrobianos y la vacunación. Cuando aparece un brote, los antimicrobianos pueden ser eficaces, especialmente si se realiza el tratamiento de forma precoz, en los primeros momentos de la infección. Normalmente se realiza una medicación del colectivo afectado en el agua de bebida o el pienso. Es esencial asegurarse de que los animales toman la dosis adecuada de antibiótico, por lo que animales que muestren signos más severos de enfermedad, y por lo tanto no coman ni beban como el resto, deberán ser tratados de forma individual por vía parenteral. Un aspecto a tener en cuenta es la existencia de un alto porcentaje de cepas de H. parasuis resistentes o multiresistentes a antimicrobianos (tabla 1). Por este motivo es siempre recomendable que el laboratorio determine el antibiótico que es eficaz frente a la cepa causante del brote.

Tabla 1. Porcentaje de resistencia a antimicrobianos de aislamientos españoles de H. parasuis.

Antibiótico
% resistencia
aislamientos de H. parasuis españoles
(n=30)
Ampicilina
57
Ceftiofur
7
Enrofloxacina
20
Eritromicina
40
Espectinomicina
23
Florfenicol
0
Gentamicina
27
Neomicina
33
Oxitetraciclina
40
Penicilina
60
Tiamulina
40
Tilmicosina
40
Trimetoprim-sulfamida
53
Fuente: de la Fuente y col. 2007. Veterinary Microbiology 120:184-191.

Alternativamente debemos asegurarnos de que los animales tengan anticuerpos protectivos contra H. parasuis, para evitar la aparición de las patologías asociadas a esta bacteria. Las medidas preventivas tienen la ventaja adicional de permitir reducir el uso de antibióticos. Teóricamente se podrían plantear varias alternativas para evitar la existencia de animales sin protección: aumentar la edad de destete, vacunar o colonizar artificialmente a los animales. El aumento de la edad de destete, que aumenta la probabilidad de que los lechones sean correctamente colonizados y por lo tanto puedan producir su propia respuesta inmune frente a H. parasuis, tiene un uso muy limitado debido a la necesidad de mantener la rentabilidad de la explotación. La vacunación en cambio es una alternativa viable. Las vacunas que están actualmente en el mercado son bacterinas, o sea bacterias muertas. Como este tipo de preparación produce una protección dependiente de serotipo (ver capítulo "Inmunidad y serotipo")), la estrategia más usada por las compañías ha sido la inclusión en sus vacunas de cepas que pertenezcan a los serotipos más prevalentes, y que proporcionen, al menos en cierta medida, protección cruzada con otros serotipos no relacionados. La aplicación de las vacunas puede realizarse en lechones o en madres. La vacunación de madres garantiza un aumento del nivel de anticuerpos que pasan a los lechones (fig. 1), mientras que la vacunación de lechones, aunque es más laboriosa, proporciona una inmunidad de más larga duración. Finalmente, y de forma experimental, se han obtenido resultados positivos cuando se han inoculado los lechones artificialmente por vía nasal, mientras están protegidos por la inmunidad maternal, para colonizarlos con la cepa virulenta que había producido enfermedad en la granja. El mayor problema de practicar esta "colonización artificial" con cepas virulentas es la introducción o mantenimiento de cepas con capacidad patógena en nuestra granja, con el aumento que esto supone del riesgo de aparición de enfermedad de Glässer. La alternativa sería colonizar con cepas no virulentas, pero esta idea no se ha probado todavía.

Fig. 1. Niveles de IgG en suero de lechones nacidos de madres vacunadas o no vacunadas frente a Haemophilus parasuis.
Los círculos en el eje indican el nivel de IgG de las madres (vacunadas:círculo rojo; no vacunadas: círculo verde).

Por otro lado, diversos estudios actuales se están centrando en la identificación de factores de virulencia de H. parasuis que podrían ser buenos candidatos para ser incluidos en futuras vacunas.

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